La primera denuncia es de 2017. Desde entonces Fátima Acevedo daba cuenta de la violencia que sufría de parte de Jorge Nicolás Martínez, papá de su hijo. La golpeaba cuando ella se negaba a tener sexo, la amenazó con cuchillas y la maltrató física y verbalmente por años.
El 31 de enero de este año Martínez intentó atacarla con ácido muriático y la amenazó con un cuchillo. Entonces Fátima lo denunció y desde el 6 de febrero tuvo una restricción de acercamiento. Pero alrededor del 11 de febrero la mujer lo vio en la zona donde vivía -la Casa de la Mujer- y volvió a denunciarlo.
El domingo 1 de marzo Fátima fue vista fue vista por última vez. Su desaparición aterró a sus allegados: todos conocían la violencia a la que estaba expuesta y los comentarios que Martínez le hacía, como “si no sos mía no sos de nadie”. El 2 de marzo una amiga denunció su ausencia.
Este domingo, día internacional de la mujer, el cuerpo de Fátima fue encontrado dentro de un pozo en Paraná, Entre Ríos, cerca de donde vivía. Según informó la fiscalía, hace una semana Martínez la retuvo y la mantuvo oculta. El lunes a la tarde alguien intentó sacar plata del cajero con la tarjeta de cobro de Fátima, que estaba bloqueada.
El martes 3 de marzo, a la noche, la Policía allanó la casa de Martínez, secuestró diversos elementos y se ordenó su detención.
En las pericias del celular de Martínez encontraron un mensaje de texto escrito en la aplicación Notas con fecha del 2 de marzo, editado y enviado el 3, a una compañera de Fátima de la Casa de la Mujer.
Allí Martínez le cuenta, haciéndose pasar por su expareja, que está cautiva e incomunicada a manos de gitanos, que está bien, en un trabajo que va a ganar mucho dinero, y que extrañaba a su hijo.
Ataques con ácido, golpes y amenazas: el calvario que vivió Fátima Acevedo antes de ser asesinada
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