Del 3 al 6 de julio, la ciudad de Venado Tuerto fue sede de la 24ª edición de la Marchita de Resistencia Criolla, una competencia emblemática que combina la tradición ecuestre, el deporte y el vínculo profundo entre jinete y caballo. El evento fue organizado por la Asociación de Criadores de Caballos Criollos (ACCC), con el acompañamiento de la Sociedad Rural de Venado Tuerto (SRVT), institución anfitriona que ofreció sus instalaciones como punto de encuentro y desarrollo de la competencia.
Durante los tres días de pruebas, más de 120 kilómetros fueron recorridos por jinetes y amazonas provenientes de distintas provincias del país, distribuidos en cinco etapas que pusieron a prueba la resistencia, rusticidad y capacidad de recuperación de los caballos criollos. La prueba se realizó en tres categorías: Mayores (desde los 17 años), Jóvenes (13 a 17 años) y Menores (hasta los 12 años).
El cronograma de actividades comenzó el jueves 3 de julio con el ingreso de los participantes, las pruebas de admisión y el sello racial. El viernes 4 iniciaron las etapas de competencia, con dos tramos de 25 y 20 km, ambos con velocidad regulada. El sábado 5 se repitió el esquema con otras dos etapas, y el domingo 6 se cerró el evento con una etapa libre de 30 km, seguida por el acto de entrega de premios.
El recorrido de la competencia, coordinado junto al Gobierno Municipal, abarcó zonas rurales y caminos aledaños al predio de la SRVT y al cementerio local, respetando siempre los criterios técnicos de la disciplina y garantizando la seguridad de jinetes y montados.
Ganadores de la Marchita Criolla en Venado Tuerto
1º puesto: Cerro Chenque Matraca, montado por Sebastián Roldan
2º puesto: Patacón Cauto, montado por Bautista Chicharelli
3º puesto: Heju Juez, montado por Jorge Bolinger
Distinciones especiales
Premio Sello Racial: Fortín Frontera Costera, montada por Delfina Grondona
Premio Gato y Mancha: Cerro Chenque Matraca, montado por Sebastián Roldan
La Marchita forma parte del Campeonato Nacional de la Raza Criolla, y representa una instancia clasificatoria para la gran final anual. Más allá de la competencia, el evento reafirmó una vez más el valor del caballo criollo en la identidad cultural argentina, así como el compromiso de las instituciones locales con el deporte ecuestre y las tradiciones del campo.