Expo Venado

En el rincón más sensible del corazón de los venadenses, hay historias que resisten al paso del tiempo. Una de ellas volvió a florecer en las redes sociales, cuando Daniel compartió una publicación en el grupo “Un Viaje Virtual a Venado Tuerto”, trayendo de nuevo a la luz aquel suceso que conmovió a toda una comunidad: la aparición de la “Virgen del Árbol”, allá por el año 2009, en la esquina de Alvear y Junín.
Aquel día, tras una tormenta que azotó la ciudad, la copa de un árbol se partió, y lo que quedó en su interior fue más que un tronco desgarrado: muchos vecinos vieron allí la silueta inconfundible de la Virgen María. No tardó en correrse la voz, y en cuestión de horas, ese rincón se transformó en un espacio de fe, encuentro y emoción. Personas de distintos barrios se acercaban a rezar, a dejar flores, a encender velas o simplemente a contemplar con asombro y devoción esa imagen que la naturaleza —o quizás algo más— había esculpido en silencio.
Susana, una vecina que participó del recuerdo virtual, comentó: “Sí me acuerdo. Una tormenta rompió la copa de un árbol y quedó formada la imagen de la Virgen. Eso fue en la esquina de Junín y Alvear, y mucha gente se acercaba a venerar la imagen. Por eso la terminaron retirando.”
Viviana también compartió su emoción: “Siiii, yo me acuerdo de la repercusión que causó eso, mucha gente rezando. Yo fui a verla y la verdad, yo sí vi a una Virgen en esa imagen. Si mal no recuerdo, el señor Ortiz fue quien la restauró después de que la vandalizaran.”
Porque sí, como en muchas historias conmovedoras, no faltaron los episodios de tristeza: la figura fue dañada en un acto vandálico. Sin embargo, el espíritu del pueblo pudo más. Gracias al trabajo de vecinos comprometidos, la imagen fue restaurada con amor y hoy se encuentra en un lugar de respeto y recogimiento: el cementerio de Venado Tuerto.
Lo que nació de una tormenta se convirtió en un símbolo de fe para muchos. La “Virgen del Árbol” no solo fue una aparición; fue un momento compartido, una pausa espiritual en la vorágine diaria, un llamado a la esperanza en medio del dolor.
Y aunque los años pasen, aunque el árbol ya no esté en pie, su historia sigue latiendo en la memoria colectiva de quienes alguna vez se acercaron con los ojos húmedos y el corazón abierto. Porque en Venado Tuerto, lo sagrado no siempre necesita un templo: a veces, basta con un árbol herido… y una comunidad que cree.