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La noticia de la muerte de Braian Toledo sacudió al deporte argentino y mundial. Es que, con apenas 26 años, el lanzador de jabalina era un verdadero ejemplo de superación en un deporte con poco desarrollo en el país y, además de sus innegables condiciones físicas, llevaba consigo una historia repleta de adversidades.
Tras una infancia marcada a fuego por el abandono, la violencia y las necesidades, el atleta oriundo de Marcos Paz se convirtió en uno de los más prestigiosos deportistas argentinos y, desde un país sin tradición en jabalina, en uno de los mejores lanzadores del mundo.
“No sé qué voy a darles de comer mañana a vos y a tu hermana”, fue la frase que, según él mismo contó, le dijo su mamá una noche en la que la había encontrado llorando. "A los 10 años me di cuenta de que éramos pobres", comentaba.
Luego de mucho sufrimiento, de dormir en el piso porque ya no entraba en su cama, de ayudar a su mamá para darle de comer a su familia desde muy chico, Toledo comenzó a hacerse su camino en el atletismo argentino. Así llegó a obtener la medalla de plata en lanzamiento de jabalina en el Campeonato Mundial Junior de Barcelona en 2012, y a participar de los Juegos Olímpicos de Londres, en ese mismo año, y de Río de Janeiro, en 2016.
Sin embargo, pese a ser un atleta de elite, Toledo nunca dejó de lado su compromiso social. Un deportista que sufrió el hambre, la violencia y el abandono, que dormía en el piso y que hasta no hace demasiado tuvo que trabajar de peón de albañil.
Mientras su promisoria carrera seguía su curso, el atleta mostraba además que había nada que lo hiciera sentir más pleno que ayudar a los demás. "Para mí ayudar no tiene precio, ver las caras de los chicos cuando le solucionás un problema, vivir el agradecimiento de la gente que necesita no lo comprás con nada", explicaba el lanzador en 2017 al sumarse al proyecto social Huella Weber.
Sin ir más lejos, el año pasado, tras un terrible revés para sus aspiraciones deportivas como lo fue lo rotura de cuatro ligamentos de su tobillo derecho, perdiendo así la chance de estar en los Panamericanos de Lima y en el Mundial de atletismo en Doha, sacó a relucir su lado más humano.
Así fue como colaboró con varios hogares de niños carenciados en su Marcos Paz natal mientras se recuperaba de la lesión y regresó de Finlandia, donde estaba radicado, para vivir bien de cerca la experiencia de estar con los que más lo necesitan.
Además, en 2018, se conoció que Toledo destinaba una parte de sus ingresos a ayudar a gente carenciada. La idea era armar unas bolsas con ropa y alimentos, subirse al auto con su novia, recorrer los barrios y, cuando veían una casa o una familia con necesidades, bajarse y darles el regalo.