La defensa de la mujer asegura que ella y su esposo “Pinky” no se entregarán hasta que la Justicia resuelva un recurso presentado. La pista del socio detenido y la sospecha de una traición a uno de los capos más temidos
Esteban Enrique “Pinky” Rocha y Brisa Leguizamón, la pareja narco cuyo casamiento terminó el último sábado a la madrugada con un brutal triple crimen a la salida del salón de eventos Campos de Ibarlucea, permanece prófuga luego de que el Tribunal Oral Federal N°1 de Rosario revocara sus excarcelaciones y prisiones domiciliarias. Los arrestos fueron encargados a la Policía Federal y a Gendarmería.
Los novios no parecen narcos de gran peso, a pesar de su boda lujosa. Pero sus vínculos son temibles. Ambos están procesados desde mediados de 2019, acusados de ser parte de la banda de Olga “La Tata Medina”, quien fue condenada por regentear las zonas de La Florida, La Cerámica y Parque Casas, barrios del distrito norte de la ciudad. La banda de “La Tata”, según investigadores judiciales, hace tiempo que acordó zonas de venta con Los Monos, la sanguinaria organización cuya base operativa es la zona sur de Rosario. En la boda de “Pinky” y Brisa hubo invitados vinculados al clan Cantero.
Según hicieron saber este martes a través de su defensa, al menos la mujer presentó un recurso judicial para que la Justicia revea la orden de detención que fue emitida después del notorio incumplimiento del arresto domiciliario.
Este martes, Martín Frassi, abogado de Brisa, presentó ante el mismo TOF N° 1 un pedido de reposición, que tiene por objetivo que el tribunal revea la decisión del pedido de detención. Según explicó el defensor particular a este medio, hasta que la Justicia federal no se expida sobre la presentación, la joven procesada como miembro de una violenta banda narco no se entregará, como tampoco su esposo.
Mientras tanto, se accede a su historia en el día del casamiento: según fuentes cercanas a Leguizamón, fue ella quien sacó del Audi TT a la beba de un año y medio Elena Giménez, asesinada en el ataque.
La mujer fue una de las primeras personas en socorrer a Iván Maximiliano Giménez, su pareja Érica Romero y su hija Elena, que estaban muertos dentro del auto que en la huida se incrustó en un zanjón frente al salón de eventos. La propia novia declaró ante el fiscal de Homicidios Dolosos Gastón Ávila que se manchó el vestido blanco con sangre al sacar a la beba de un año y medio del Audi. El preinforme de la autopsia practicada en el Instituto Médico Legal de Rosario marcó cuatro disparos, dos de ellos atravesaron el cuerpo.
Uno de los disparos que recibió la beba fue en el cráneo, según declaró Brisa misma el pasado domingo ante el fiscal Ávila. Esa aseveración incluso fue brindada antes de que el funcionario judicial recibiera el preinforme de la autopsia de Elena, donde coincide la ubicación de la herida en la cabeza con la declarada por Leguizamón, hoy prófuga de la ley.
Mientras tanto, la investigación del fiscal Ávila se concentra en los últimos movimientos de las víctimas para establecer quién podría estar detrás del triple crimen. Una de las hipótesis, según fuentes del caso a Infobae, es que el cerebro habría sido el presunto jefe narco Esteban Lindor Alvarado, pero no es la única opción que se baraja desde la Fiscalía de Rosario. “Podían arrastrar problemas de vieja data”, comentó el fiscal el lunes en conferencia de prensa. Se cree que Iván habría manejado dinero relacionado al narcotráfico de una persona ligada a Alvarado y luego se habría “pasado de bando”, una traición. Se presume en los tribunales rosarinos que Giménez fue el responsable de la pérdida en octubre del año pasado de un cargamento de 200 kilos de marihuana que habría pertenecido a Alvarado y que fue encontrado a la orilla del río Paraná a la altura de la jurisdicción de San Lorenzo, lo que el hombre asesinado intuía que era una marca de muerte sobre su cabeza.
Iván Giménez, dedicado en los papeles al negocio panadero, tenía una doble vida narco con un alias. Se hacía llamar “Maxi Rey”, o “El Pala”
Ese “pase de bando” quedaría en evidencia si se analiza el propio casamiento, donde “Maxi Rey” o el “Pala” como lo conocían en la zona oeste, estuvo en un mismo evento con integrantes de la familia del líder de Los Monos Ariel Máximo “Guille” Cantero y los novios, procesados por formar parte de la banda de “Tata” Medina, con quien tenía una excelente relación.
Uno de las sospechas de los investigadores es que en el último tiempo “Maxi Rey” empezó a manejar grandes volúmenes de dinero narco con su socio Leonardo S., conocido casualmente como “Leo Rey”, quien resultó detenido en marzo del año pasado en Villa Banana –zona oeste de Rosario– con 30 kilos de marihuana y un kilo de cocaína. Investigadores de la Justicia federal rosarina detectaron movimientos entre Giménez y su socio Leonardo S. y una banda de Buenos Aires a la que le compraban la droga, que luego era recibida a uno de los accesos a Rosario.
Hacía tiempo que “Maxi Rey” había llamado la atención de la Justicia federal. No solo por ser socio del presunto narco “Leo Rey”, sino también por su acelerado crecimiento económico, ya que pasó de vivir en una zona humilde del distrito oeste a residir en las imponentes torres de Puerto Norte, a tener tres propiedades en construcción, cuando en su actividad solo figuraba blanqueada el manejo de una panadería, con un alta en el rubro correspondiente de la AFIP en abril de 2021.
Aparentemente, Giménez se sabía en problemas, aseguran investigadores. El fiscal Ávila aseveró que al casamiento fue en el Audi TT, un vehículo que no utilizaba a menudo. Esa pista podría evidenciar que presumía algún ataque. Además, no se descarta que alguien haya avisado desde el interior del salón de eventos que “Maxi Rey” se retiraba con su esposa y su hija para emboscarlo en la autopista Rosario-Santa Fe. Del cuerpo del narco asesinado se retiraron 13 plomos. La autopsia no pudo determinar cómo murió Érica, su mujer.